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Discurso Día del Educador

  • Pedro V. Rodríguez C.
  • 14 ene 2011
  • 20 Min. de lectura

DISCURSO 15 DE ENERO DE 2011

Coro (Falcón)

Salutación a presentes y autoridades… (Vocativo)

Maestra… Maestro… Les confieso que ser Maestro se convirtió, desde hace mucho tiempo, en la máxima aspiración que he tenido durante buena parte de mi vida. Hasta ahora sigue siendo una aspiración. Espero que también sea la de todas y todos los que escogieron el camino de la enseñanza formal y no formal… así como, de los que aspiramos ayudar en la formación de niñas, niños, jóvenes, adultas y adultos y promover los verdaderos ciudadanos y ciudadanas para el fortalecimiento de la República y para la convivencia en un mundo mejor.

No sé, si será suficiente o necesario el título académico para lograr esto. Creo que no. En lo particular, estoy convencido que nuestra tarea va mucho más allá de la formación académica y de la cantidad de títulos que podamos obtener o lograr en nuestra carrera docente. La vida se ha encargado también de convencerme que existen muchos hombres y mujeres nuestra Patria, y más allá, en nuestro planeta que, sin formación académica formalizada alguna, han mostrado una altísima capacidad de enseñarnos cosas muy importantes para nuestras vidas y han dejado una honda huella en la formación de muchos de nosotros.

Podría citar a mi padre, quien con formación hasta tercer grado, un buen día me dio una lección sobre la Propiedad Privada:

“La única propiedad privada que tiene el ser humano es su DIGNIDAD. Una casa, un carro, un televisor o cualquier otro objeto material que compramos durante nuestra vida, puede dejar de ser nuestro por que lo dimos, lo robaron, ocurrió una catástrofe natural que lo destruyó… Pero nuestra DIGNIDAD permanecerá con nosotros de por vida si esa fuese nuestra convicción, si no la hipotecamos o la vedemos al mejor postor. La DIGNIDAD ES LA ÚNICA PROPIEDAD PRIVADA”.

Un viejo campesino que nunca fue a la escuela, me enseñó que teníamos que “podar en la luna nueva pa’ que la mata se ponga bonita”, pero que no se nos ocurriera sembrar con esta luna. Esta hermosa enseñanza de mi niñez me permite evocar al maestro de América, Simón Rodríguez, quien certeramente afirmaba que: “El título de maestro no debe darse sino al que sabe enseñar, esto es al que enseña a aprender”. Con ello el maestro Rodríguez rechazaba las prácticas docentes punitivas, controladoras, directivas y, sobre todo, castradoras; a su vez, recuperaba el liderazgo creativo del maestro, en su tarea problematizadora, en el estímulo positivo de las aptitudes de los niños y niñas, en el desarrollo pleno de las actitudes de las personas.

En nuestro tiempo, el maestro brasilero Moacir Gadotti afirma que el maestro debe ser un formulador de problemas, agregaría por mi parte, que también debe ser un aprendiz para participar mejor en el proceso de enseñanza – aprendizaje, para ser mejor persona y en consecuencia mejor maestro.

Hoy es un día de evocación y de lucha de todos los trabajadores de la enseñanza, de la escuela como escenario para germinar las mejores ideas transformadoras.

Se trata, entonces, de la recuperación de la escuela como espacio y contexto para la vida, para el protagonismo colectivo de maestras, maestros, alumnos, alumnas, para la construcción de utopías y materialización de futuros, que no es otra cosa que la construcción de la Patria Buena, que soñaba Alí y con la que hoy estamos comprometidos.

Decía Facundo Cabral, juglar suramericano, en una crítica jocosa a la escuela tradicional, lo siguiente: “Mi madre no quiso que yo fuese inteligente, por eso me mandó a la escuela”. Otro gran poeta americano, Gabriel García Márquez, nos cuenta que: “a los siete años tuvo que interrumpir su educación para ir a la escuela”.

La escuela como el maestro es protagonista de primer orden en nuestras vidas, en nuestras sociedades; como éste, la escuela es también objeto de críticas: unas veces justificadas, otras como argumento para desconocer los avances en educación, así como para ocultar las alternativas que surgen y se levantan en contra de la escuela heredada e impuesta por el capitalismo. Hoy la escuela venezolana renace de sus cenizas a las cuales fue condenada durante décadas de desidia, de abandono cuarto republicano; se trata de un trabajoso parto de dignificación colectiva, en el cual no caben dudas sobre el significativo protagonismo de los maestros, de la comunidad educativa y de las comunidades en las cuales ésta se inserta.

La escuela puede y tiene que ser de gran ayuda para las mujeres y los hombres que transiten por ella. Sobre todo, en la medida que ésta le aporte la nivelación y complementación de saberes necesarios para que sus condiciones sociales y culturales propicien la igualdad de oportunidades con igualdad de condiciones; en otras palabras como espacio para la dignificación personal y colectiva.

………

Empeñados como estamos en mantener nuestra acción para romper en definitiva el “orden” existente impuesto por centurias de dominación capitalista y construir colectivamente un nuevo estilo de relacionamiento social, humano, personal y colectivo; en el cual coexistan las nuevas ciudadanas y los nuevos ciudadanos armoniosamente, en comunión, sin mezquindades ni egoísmos, que coadyuven todos sus esfuerzos para mejorar y, consecuentemente, prolongar la vida del planeta y de quienes lo habitamos. Hoy es una de nuestras mayores urgencias vitales y en ello las maestras, los maestros, la escuela tienen mucho que aportar.

Las maestras, los maestros han sido protagonistas heroicos en la lucha por revertir todas las formas de explotación impuestas históricamente, en el pasado por el colonialismo español y en el presente por el imperialismo yankee y sus colaboradores criollos. Pero también, más allá de las aulas, han sido verdaderos protagonistas, heroicos diría, en situaciones de emergencia nacional como la que nos afectó el pasado mes de diciembre producto de las intensas lluvias y sus consecuencias que afectaron a buena parte del país. Y quiero, de manera expresa, resaltar el comportamiento ejemplar de maestras, maestros, directivos, trabajadores en general de la educación, de la Zona Educativa, Dirección de Educación del estado, comunidad educativa, poder popular organizado y las demás instituciones del Estado Falcón, que de manera solidaria, organizada y consecuente participaron, como un solo cuerpo, en todas las actividades y operaciones dirigidas a enfrentar la contingencia generada por las lluvias y las inundaciones y luego en la atención respetuosa y responsable del soberano en los refugios. Vaya a todos ustedes mi reconocimiento y solidaridad.

………………..

Se hace perentorio entonces, revisar de dónde venimos en el tránsito histórico de nuestro magisterio y de nuestra escuela y sus gloriosos aportes en la liberación nacional. Para ello, haré un breve repaso de algunos aspectos que considero relevantes, fundamentales, diría:

Hablar de esta significativa fecha para las maestras y los maestros, es rememorar a figuras de nuestra historia como El Libertador, Simón Bolívar, el maestro de América, Simón Rodríguez, y otros ilustres venezolanos universales, tales como Andrés Bello, Miguel José Sanz y Luis Beltrán Prieto Figueroa, entre otros, quienes con sus ideas y determinaciones plantearon, en el ámbito educativo, un cambio radical en los órdenes político, económico, social y cultural, que se proyectó más allá en el tiempo. Sus legados quedan en nuestra memoria, en nuestro ideario y práctica cotidiana como garantes y precursores de una educación popular ajena a toda forma de discriminación, sea ésta de carácter racial, religioso, económico y sociocultural, que defendía la tirana casta de aquellos tiempos y que hoy agitan como banderas contra el pueblo los sectores más retardatarios de la sociedad venezolana.

Hoy, más que nunca necesitamos de aquella visión Robinsoniana, que logró comprender y explicar con toda claridad que el problema fundamental de su patria era la ausencia de una educación republicana, con bases teóricas y prácticas en una educación verdaderamente popular, capaz de producir luces y virtudes sociales, como la dignidad, con una dialéctica innegable entre la sociedad y sus escuelas y, con una instrucción necesariamente social, técnica y científica.

Continuando con esta visión retrospectiva, se puede decir que la Historia de la Educación en Venezuela, está dividida en dos vertientes: La primera, que atiende a lo que el periodista Manuel Isidro Molina diría en su análisis referido al aspecto educativo: “La educación venezolana nace entre sotanas, es decir, de la iglesia, de la teología”. Y la segunda vertiente explicativa, la que propone que el proceso educativo primario en Venezuela tiene lugar a partir del contacto entre tres culturas: La europea, la africana y la originaria de nuestros pueblos del siglo XV; es entonces, cuando se produce una etapa de transculturación, en otras palabras, las culturas europeas y africanas influyen en nuestra cultura; y, la iglesia ve un escenario perfecto para cumplir con su propósito de adoctrinamiento para convertir a hombres y mujeres en vasallos.

Es este adoctrinamiento la primera posibilidad de educación que encuentra la iglesia en nuestro continente y su aplicación se extiende hasta finales de siglo XVIII, pues, para este tiempo ocurre en Europa una reorientación de su dominación a través de la educación hacia lo nacionalista y cambia el esquema educativo. En esta primera vertiente se expresa fuertemente el pensamiento monárquico en los hombres y su forma de relacionarse y atender a los problemas sociales y culturales.

Por su parte, la segunda vertiente se inscribe a partir de la 2º época del siglo XIX, en donde la educación del hombre se orienta hacia la formación de un nuevo ciudadano para la república, con un pensamiento libre y lejos del vasallo del siglo XVIII. En esta segunda vertiente se observa una permanente controversia entre los seguidores del modelo monárquico y los seguidores y defensores del modelo republicano, que consideraban que la monarquía pertenecía a un esquema político agotado. Es en ese siglo donde las grandes condiciones para el replanteamiento de la educación surgen, de la mano de muchos hombres venezolanos ilustres de 1795, 1797, 1808, 1810 y 1811, formados en la Universidad de Caracas, los cuales empezaron a despojarse de sus privilegios de casta, y realmente abrieron las puertas de la patria a las ideas y a la gente, promoviendo así la primera revolución social y política gestada en Venezuela.

En el año 1791 existía en Caracas la única escuela de las primeras letras, inaugurada por recomendación del Prof. Guillermo Pelgrón, quién vino de Alemania con las ideas de la Europa escolástica; con el debido permiso de la Municipalidad de Caracas. Uno de sus maestros es Simón Rodríguez, quién contaba apenas con 20 años de edad y uno de sus alumnos, el niño Bolívar.

Para 1830, Rodríguez tiene claro en su mente el pensamiento dirigido hacia la educación republicana que deberá comenzar a difundir y en cuya base propone la dignificación de hombres y mujeres. Venezuela para aquel entonces golpeada por los avatares de la Guerra de Independencia arroja un panorama desolador y empobrecido, cuestión que no favorecía para la aplicación, reorganización y el emprendimiento del nuevo rumbo de debía tomar la educación venezolana. Para dejar definitivamente de lado la hasta entonces prioridad otorgada a la educación superior y abrir los caminos a priorizar la educación elemental, como en efecto será manifestada en el siglo XIX como la base del sistema educativo venezolano.

Al igual que Rodríguez, Miguel José Sanz lleva en sus venas la influencia del pensamiento republicano; partiendo de su premisa: “El republicano no nace, se hace y, esto se logra formándolo mediante la educación”. Hemos avanzado en este cometido, pero debemos seguir profundizando y mejorando en la formación de verdaderos republicanos, de ciudadanos y ciudadanas que respeten y amen a su país.

En el aspecto educativo, El Libertador Simón Bolívar, propone dispensarle a las escuelas un auge moderno, no experimentado hasta entonces, con el sistema de educación de Lancaster, motivado a que los docentes vivían de un modo precario, por la irregularidad con la que se pagaban sus sueldos, y porque los fondos que se podían disponer para éste particular eran para fomentar en Colombia la instrucción científica, específicamente para los Institutos de Bogotá.

Por su parte, Lancaster se ubica en Venezuela en el año 1824; inglés que vivió desde Inglaterra el proceso de la independencia de América y, El Libertador en su viaje a ese país, queda prendado del sistema educativo instaurado por él, caracterizado por su propósito masificación y la preeminencia de una educación laica. Cuando Bolívar regresa al país, pide a la Municipalidad de Caracas que Lancaster venga a compartir su experiencia para nutrirnos y sacar a la educación del olvido y atraso en el que se encontraba. La petición de Bolívar fue concedida y Lancaster llega en 1824 a Venezuela, se da cuenta de la realidad que existe y propone, mediante un Proyecto, a la Municipalidad la creación de un jardín botánico para la enseñanza de las ciencias naturales, sin embargo, la crisis económica de nuestro país no permitió atender la sugerencia de Lancaster, en su defecto se inaugura el 5 de Julio de 1825 la primera escuela Lancasteriana en Caracas (Educación laica y para la libertad) en memoria de este hombre.

Ahora bien, analizar el aspecto educativo de Venezuela nos lleva a una revisión obligada del marco legal desde la Constitución de 1830 y todas sus modificaciones, ya que en las constituciones encontramos la plataforma legal que da origen a la obligatoriedad de la educación y el compromiso del Estado con los ciudadanos al consagrar a la educación como derecho constitucional. La importancia, en su momento, de la constitución de 1830, radica en la separación de Venezuela de la República de Colombia, mediante el movimiento denominado la cosiata; Caracas adquiere una jerarquía de capital y Venezuela se constituye política y constitucionalmente en República de Venezuela. El primer paso en materia educativa lo evidencia esta constitución llena de debilidades, en donde la educación pública pasa al sistema republicano pero con la potestad de las provincias; cuestión que también se evidencia en las reformas constitucionales siguientes de 1857 y 1858.

Entre 1859 y 1863 con el evento de la guerra federal se da origen a la promulgación de la constitución de 1864. Las políticas educativas implementadas en Venezuela tienen su origen en la lucha e influencias forjadas en la Guerra Federal, pues, ésta depura los vestigios del pasado para privilegiar a la constitución del 1864, en la cual se visualiza una suerte de renovación de lo expresado en las tres constituciones anteriores (1830, 1857 y 1858), estableciendo la obligatoriedad del estado en brindar educación como un derecho consagrado para el pueblo.

En la constitución de 1857 la educación se convierte en atribución del Congreso, tal como lo establece el Artículo 48, parágrafo 11 de la Constitución de ese año: “promover por leyes la educación pública, el progreso de las ciencias y artes y establecimientos de utilidad general…”

Posteriormente en la Constitución del 22 de Abril de 1864 se dispone que: “El poder público queda obligado a establecer gratuitamente la educación primaria y de artes y oficios…” (Título III, Artículo 12)”. Antonio Guzmán Blanco en 1870 perfeccionó esta idea con el Decreto del 27 de junio de 1870 que le otorga a la educación pública, el carácter gratuito y obligatorio. Queda claro, entonces, que esta actividad dejó de ser sólo competencia de los municipios, para convertirse en responsabilidad también de cada entidad federal y de la nación; por lo que en 1881 se consideró necesaria la creación del Ministerio de Instrucción Pública, cuyo propósito era el de organizar y administrar todo lo relativo a la educación nacional.

Valdría la pena recordar un importante antecedente de esta decisión. Se trata de la promulgación del Decreto de 1870 de la mano de Martín Sanabria quien participó en su redacción, ya que con éste se propicia un giró significativo en la administración y dirección del incipiente sistema educativo nacional. Sanabria producto de la lucha política del momento, se ve obligado a exiliarse en Curazao y participa de la vida educativa de la isla, caracterizada por su influencia holandesa (considerado uno de los sistemas educativos más avanzados de la época), y comienza a escribir desde aquella tierra parte de su Proyecto de Instrucción. Cuando Sanabria regresa al país, este informe dedicado e influenciado por el sistema educativo holandés, es presentado a Guzmán Blanco. De este episodio nace el Decreto del 70 y el deslinde del Departamento de Educación del Ministerio de Fomento, para dar nacimiento al Ministerio de Educación. No es exagerado afirmar que es en el siglo XIX en el que se magnifica la educación elemental como la base del sistema educativo venezolano y que el pensamiento contenido en el decreto del 70 influye en lo educativo hasta 1910.

A comienzos del siglo XX, encontramos en Venezuela un panorama político y cultural sumido a la figura del régimen dictatorial de Juan Vicente Gómez: a pesar de la firme adhesión de éste hacia una suerte de interpretación del Pensamiento Bolivariano, Venezuela era uno de los países más atrasados en materia educativa, observando una proporción del 80% de niños excluidos del beneficio de una educación elemental y la población estudiantil universitaria no llegaba a 1.000 individuos.

En el año 1930, el entonces Ministerio de Instrucción Pública, el Dr. Samuel Niño, creó una Asociación Magisterial controlada por el Gomecismo.

Los maestros con claro pensamiento progresista observaron estos intentos hegemónicos del régimen dictatorial de controlar el movimiento magisterial venezolano, específicamente en la localidad de Caracas, así que el 15 de enero de 1932, en la Escuela República del Paraguay ubicada entonces en la esquina de El Cují, fundaron la Sociedad Venezolana de Maestros de Instrucción Primaria, integrada por Miguel Suniaga, Víctor Manuel Orozco, Luis Padrino y el Maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa, quien ocuparía la presidencia de esta Sociedad a partir de 1935.

Aquí quiero hacer una digresión: Es esta fecha, 15 de enero de 1932, el referente para la celebración del día del maestro, ahora me pregunto ¿No será el momento propicio para reflexionar esta fecha, reconsiderarla, y realzar la figura y genio del maestro de América, Simón Rodríguez, honrando su memoria con la celebración de nuestro día el 28 de octubre fecha del natalicio del maestro Rodríguez? Creo que estamos en el tiempo y el momento para saldar esta vieja deuda que reivindicaría a la figura más importante de la pedagogía de toda la historia republicana de Venezuela; dejo la propuesta en el ambiente.

En 1936 asume la dirección del Estado el General Eleazar López Contreras (1936 – 1941), y designa como Ministro de Educación a Arturo Uslar Pietri, quien promueve una reforma educativa conducente a la Ley Orgánica de Educación de 1940, en la que se habla del fortalecimiento del Estado Docente y la estratificación de las escuelas, en: Escuelas municipales, estadales, privadas (religiosas) y las federales dependientes del Ministerio de Educación. Todas estas escuelas se regían como escuelas privadas porque, dependían de un reglamento especial que las hacían renovar inscripciones para su funcionamiento año tras año.

Un claro espíritu de lucha impregnaba las acciones de la naciente Sociedad Venezolana de Maestros de Instrucción Primaria, que consideraba que el momento no era el propicio para las grandes transformaciones que requería la educación venezolana y, por lo tanto, era necesario generar el pensamiento crítico y el ambiente necesario para que dichas transformaciones fuesen posibles.

El 29 de julio de 1936 la directiva de la Sociedad encabezada por Luis Beltrán Prieto Figueroa, convoca en Caracas para el 25 de agosto de ese año, a una gran convención del Magisterio de Venezuela. Comenzaba de esta manera la historia de la organización magisterial que pasaría a llamarse luego Federación Venezolana de Maestros.

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Durante más de cuatro décadas de democracia puntofijista, en la cual la representatividad formal fue la manera de relacionamiento con el resto de la sociedad o mejor: con los actores hegemónicos de ésta. Periodo a través del cual los grupos y factores enquistados en el poder desaparecieron al pueblo y su fuerza, las agrupaciones gremiales y sindicales se convirtieron en apéndices de los partidos AD y Copei convirtiendo al movimiento magisterial venezolano en una fuente de clientelismo político que, de alguna manera, sirvió para conseguir votos y escalar posiciones en los diferentes poderes del Estado. Todo ello en detrimento de las fundamentales reivindicaciones sociales, académicas y salariales de los trabajadores de la educación. En definitiva, esa forma particular del ejercicio de la política durante la cuarta república prostituyó al movimiento magisterial, desnaturalizó su papel histórico y su misión política transformadora.

Pero, lo más grave aún, a juicio de este humilde orador: destrozaron el Sistema Educativo Venezolano y con ello, todas las motivaciones de aquellos precursores por construir y materializar la idea del Estado Docente y una educación de calidad para todas y todos, mediante el desmontaje consciente de la educación pública, favoreciendo el encumbramiento de una casta empresarial privatizadora, negadora del derecho a la educación. Junto a ello provocaron el desbordamiento administrativo de las instituciones y la parálisis burocrática institucional, lo cual tuvo y sigue teniendo nefastas repercusiones en la eficiencia de la inversión educativa.

En éste mounstro, conocido por algunos como Ministerio de Educación y por otros como Ministerio del Poder Popular para la Educación, en esas cuatro largas décadas de dominación adeco - copeyana, se consolidaron y perfeccionaron las más grandes y peligrosas mafias con “el consígueme un carguito manque sea de maestro” y el “cuanto hay pa’ eso” como parte de nuestra herencia cultural adeco – copeyana. Cultura que por cierto hoy persiste, porque el mounstro aun se encuentra vivito y coleando y pareciera que parió sus mounstricos y andan sueltos por ahí.

Si bien podemos hablar hoy, casi 12 años después de trayectoria del proceso revolucionario bolivariano, democrático y pacífico de avances en materia educativa y podemos con la mayor certeza mencionar algunas cifras demostrativas:

  • Inclusión de más dos millones de alumnos desde educación inicial hasta secundaria.

  • Alfabetización de 1.706.145 patriotas, que permitió la declaratoria de Territorio Libre de Analfabetismo.

  • Más de 4.500 nuevos planteles.

  • Disminución de la repitencia escolar enun 4%

  • Atención escolarizada desde los cero años de edad.

  • Crecimiento del número de docentes de 189.172 a 494.534 (161%)

  • Aumento de atendidos por el PAE de 119.000 a 4.055.136.

  • 577.483 egresados de la misión Robinson II.

  • Instalación de cerca de dos mil quinientos CEBIT.

  • Ochocientas veinticinco mil computadoras portátiles para primero y segundo grado, a partir de la implementación del innovador “Proyecto Canaima”.

  • Aumento de la prosecución y disminución de la deserción escolar.

Y quizás podríamos seguir largo tiempo mencionando cifras. Cifras que expresan altos y significativos montos de inversión financiera, material y humana para avanzar en la recuperación de la educación pública nacional gratuita y de calidad; datos éstos que muestran, además, la disposición del gobierno revolucionario y de su líder, nuestro Comandante – Presidente Hugo Chávez Frías de saldar una altísima deuda social y educativa acumulada y heredada, que a pesar del descomunal esfuerzo de estos años, aun falta mucho por hacer para honrar a plenitud tan sagrado derecho establecido en nuestra Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

La alta inversión de nuestro gobierno revolucionario para que nuestros niños, niñas y jóvenes tengan una sana y segura alimentación, pareciera haber desatado los demonios y las miserias humanas de algunos empresarios, muchos de ellos vulgares mercaderes, proveedores y funcionarios que, sin escrúpulos algunos, han jugado con la comida de nuestro hijos, de nuestros estudiantes, de los seres más importantes de nuestro sistema educativo, de nuestra razón de ser como docentes. Cometiendo actos criminales de corrupción, jugando con las necesidades vitales del pueblo. Muestra de ello se evidencia cuando facturan el doble y hasta el triple de la comida que sirven o cuando sirven comida descompuesta y de mala calidad, jugando con la salud y hasta con la vida de niñas y niños. No cabe dudas: son acciones criminales.

Es lamentable decir que también existen maestros, directivos y funcionarios administrativos que se presten a semejantes vagabunderías, la gran noticia es que son minoría, son los menos, y cada día lo serán más, porque trabajamos con mayor articulación con las escuelas, maestros y comunidades para extirpar todos estos vicios. Para ello estamos implementando un Sistema Automatizado que permita optimizar los controles y seguimientos a todas las actividades implícitas en este importante programa alimentario; asimismo, incorporamos a este proceso la red de distribución de alimentos del estado, como MERCAL y CVAL, lo cual nos está permitiendo romper con el chantaje y especulación de redes privadas inescrupulosas propias del modelo capitalista. Como diría mi padre: No tienen dignidad, perdieron su única propiedad privada.

Hoy, con estas rectificaciones, el Programa de Alimentación Escolar (PAE) resiste y vence esos y otros saboteos, hasta consolidarse como una opción dignificante de más de 4 millones de niños y niñas en todo el país, garantizando con ello la permanencia en el sistema escolar de éstos y contribuyendo definitivamente en la defensa de la familia y de su economía. Sabemos, parafraseando a José “Pepe” Mujica, presidente de Uruguay, que la inversión en educación es de rendimiento lento, encuentra demasiadas resistencias, sobre todo, en aquellos sectores cuyo dogma es la privatización de los servicios públicos; nosotros, los revolucionarios no sólo resaltamos esa inversión, por justa y necesaria, sino que progresivamente ésta se irá optimizando para que beneficie a muchos más venezolanos y venezolanos, para que más temprano que tarde no exista un solo ciudadano o ciudadana excluido del beneficio de la cultura y la educación.

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Hemos encontrado en nuestro recorrido por todo el territorio nacional, importantes y significativas experiencias de docentes que, en comunión con sus estudiantes, y la incorporación de algunos padres y madres, así como de miembros de la comunidad que reside en el entorno escolar, han desarrollado interesantes e importantes proyectos educativos integrales comunitarios y/o importantes proyectos de aprendizajes desde sus escuelas.

Asimismo, hemos visto a otros maestros en sus soledades realizar grandes y verdaderos esfuerzos creativos para la significación y resignificación de los aprendizajes y experiencias de sus estudiantes. Lamentablemente, tenemos que reconocer que aún estas iniciativas no constituyen la generalidad del quehacer de los maestros del país; sin embargo, aspiramos un progresivo cambio hacia la construcción de espacios creativos, participativos e innovadores en todas las escuelas de la República. Tenemos un reto colectivo: el de mejorar la calidad de la educación de nuestro pueblo; se trata de una responsabilidad compartida. Somos y debemos ser corresponsables.

Pues, creo que es el mejor momento para romper estos dos “órdenes establecidos” por la cultura heredada. Es el momento de hacer la guerra a muerte a la corrupción y romper de una vez por todas las estructuras del modelo capitalista.

Para ello es necesario empezar a desaprender los vicios acumulados, y comenzar a aprender haciendo, aprender construyendo, aprender siendo y no sólo diciendo. Diría nuestro maestro Simón Rodríguez: “O inventamos o erramos”. Estamos en tiempos de creación colectiva. Son tiempos de revolución en todos los órdenes de nuestras vidas, por ello convocamos a todas las maestras y a todos los maestros a incorporarse a esta magnifica gesta, justo cuando celebramos el Bicentenario de nuestra independencia; participemos pues, todos, de la emancipación cultural de nuestro país, transformando la escuela en un centro para la recuperación de nuestras historias, de nuestras identidades, de la dignidad colectiva y personal, bajo los principios de solidaridad, igualdad, cooperación, soberanía, hermandad y amor a lo nuestro, por nuestra historia y por nuestra nación y el glorioso ejemplo de nuestros libertadores, liderados por el ejemplo fecundo del más grande americano: Simón Bolívar.

Hoy contamos con un pueblo que cada día adquiere mayor conciencia de sí mismo, conciencia social y política, contamos con una Constitución que garantiza la educación gratuita y obligatoria y la participación protagónica y corresponsable de las comunidades, también con un “Proyecto de País”: el Proyecto “Simón Bolívar”, primer Proyecto Socialista cuya gran finalidad es promover la Suprema Felicidad Social y una nueva ética socialista. De igual manera, contamos con la Ley Orgánica de Educación que garantiza: la educación para todos y todas durante toda la vida y en igualdad de condiciones y con la participación integral de las familias y las comunidades y la responsabilidad indeclinable del Estado en esta tarea.

Cabe resaltar, que ahora contamos con nuevos maestros formados en revolución, en el marco del Programa Nacional de Formación de Educadores y con docentes experimentados que no estamos dispuestos a ceder ni un milímetro de la única propiedad privada en la que creemos (nuestra dignidad).

Todos estos factores y actores juntos, tenemos la obligación histórica de derribar, destruir, derrotar, de una vez por todas, al mounstro que ha querido acabar con nuestros niños, con nuestros estudiantes, con nuestras familias, con la revolución socialista, con nuestro pueblo, con nuestras vidas.

Todos tenemos la responsabilidad histórica de hacer nuestras mayores acciones y nuestros mejores esfuerzos para construir sobre las cenizas del mounstro la nueva clase, la nueva escuela, la nueva comuna, la nueva familia, el nuevo ciudadano y la nueva ciudadana, la Patria Socialista, el nuevo relacionamiento humano, social y ambiental… en definitiva: la nueva sociedad cimentada en una educación y sus nuevas estructuras.

Para culminar estas palabras, les ruego me excusen por haber hablado en ocasiones en primera persona, así como el haber sido tan tedioso y, posiblemente, no haber llenado sus expectativas de ser el “Orador de Orden” que esperaban; máximo por los continuos llamados a subvertir el “Orden” establecido por el Capitalismo. Sin embargo, aspiro haber generado emociones diversas que promuevan la discusión y la reflexión, ya eso aseguraría dar sentido a nuestra presencia al aceptar tan amable invitación, la cual agradezco y asumo con humildad.

Solo quisiera concluir con algunas precisiones:

  • Estamos en un tiempo histórico de grandes y profundas definiciones y transformaciones. No podemos ser indiferentes.

  • Ante la amenaza de la permanencia de la vida en el planeta, tenemos la altísima responsabilidad de ayudar a la formación de ese nuevo ciudadano y ciudadana formados en los más altos y supremos valores humanos, en criterios políticos para discernir y disentir si fuera necesario, que ame a la naturaleza como a su propia vida, que no calle ante lo que no entiende y, mucho menos, ante lo que entienda, que comprendamos e internalicemos que este camino se construye unidos; que cada uno de nosotros, maestros, maestras, debe propiciar sus transformaciones, que serán necesarias pero insuficientes sí éstas no se realizan en comunión con el otro. Profundicemos colectivamente nuestro ser social.

  • En consecuencia, se requiere un maestro que rompiendo con el conformismo paralizante sea capaz de hacer de su actividad en el aula o fuera de ella, un espacio donde se profundice la confrontación, la problematización para la búsqueda de una escuela más democrática, transformadora, con verdadero sentido de la participación, donde se impulse la creatividad y se ponga término con la práctica de copiar formas culturales foráneas, sin antes reconocernos en nuestras potencialidades y fortalezas, así como en nuestras falencias.

  • El Educador de hoy, desde una perspectiva liberadora, tiene que ayudar al desarrollo del alumno en sus dimensiones social, intelectual y afectivo, haciendo de ÉL, un factor protagónico, socialmente comprometido consigo mismo y con el colectivo al cual pertenece, sin que con ello obvie el mundo, el sistema – tierra, como diría Edgar Morin, del cual es originario y tributario.

  • Y de manera especial, seguir trabajando todos juntos, con todas nuestras fuerzas y recursos, para convertir a eso que he definido como la única propiedad privada: la dignidad, en un bien colectivo, transformarnos en un movimiento cuyo referente es la dignidad producto de nuestros pensamientos e ideales, pero sobremanera, a partir de nuestras acciones.

Por último, recurro al mensaje necesario del maestro brasilero Paulo Freire para decirles que: “... la educación tiene politicidad, la cualidad de ser política. De igual forma la política tiene educabilidad, la cualidad de ser educativa. Los eventos políticos son educativos y viceversa. Dado que la educación es politicidad, nunca es neutral. Cuando pretendemos ser neutrales, como Pilatos, apoyamos la ideología dominante. Al no ser neutral, la educación debe ser liberadora o domesticadora…”

¡PROMOVAMOS LA EDUCACIÓN LIBERADORA! ¡NO SEAMOS NEUTRALE! ¡SEAMOS REVOLUCIONARIOS!

¡MUCHAS GRACIAS!

 
 
 

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